EL PARAISO DEL BUFON

"Tampico, Tamaulipas, 1919. Un fin de semana de noviembre, muy a modo para los contrastes. La explotación petrolera se reflejaba en el alarde de sus luces mercuriales; eran sus noches intensas y calles lustrosas el mejor conducto para despertar. Música, risas, tiendas, teatros y jardines llenaban de gente generosa el primer cuadro de la ciudad. Pero a unas cuantas cuadras al noroeste una fila de luces amarillentas clamaba atención, se trataba de la calle Amargura, con mil fonógrafos disputándose las tonadas, era la promiscuidad de voces y giros envueltos en anuncios luminosos y vahos infectos. Prostíbulos, cantinas, casas de juego y cavernas de fumadores de marihuana y opio estaban ahí para mostrar el rostro tumefacto y derrochador de Tampico; se trataba de un arrabal que abría puertas y piernas al mejor postor, el célebre “Barrio de la Unión”. En tanto cientos de obreros y gambusinos olían opciones entre sórdidos escaparates de putas multinacionales, la clase pudiente se arremolinaba en torno al teatro Princesa, que anunciaba en su marquesina la actuación de “El Gran Caruso”, en alusión al mejor tenor del mundo, el napolitano Enrico Caruso. Una estela de aristócratas, políticos y acaudalados aparcaron sus autos en todo lo largo de la calle Comercio y en los alrededores de la Plaza de Armas. Entre las personalidades que entraban al recinto iban el flamante gobernador, general Francisco González Villarreal, y el alcalde, ingeniero Antonio Prieto Laurens, ambos seguidos por un séquito de oficiales."